Cuento | El tobogan de la Muerte
Tobogán
de la muerte.
Diana, tenía la sospecha que aquel desafiente hombre era a quien habían estado esperando: Don ivan. Ella entró al Matorral... las ramas caían y el incendio corría con mucha fuerza.
La mañana se tornaba pesada,
el sol esta vez amenazaba con salir antes de lo previsto. La carretera estaba vacía, y para completar ese día, don Ivan no llegó a tiempo.
No parecía un día bueno para
nadie, por el contrario, debía ser uno de esos, en los que la gente acostumbra a
brincar de los edificios.
Hoy
se retrasó don Iván! – Dije a mi esposa mientras ella se agachaba a recoger una
lata de cerveza vacía en el corredor - me miró,
y no dijo nada.
Gabriel, hombre humilde y
trabajador, con su cabello lleno de canas producto de del paso de los años,
llevaba casado con “La niña Diana” desde hace 60 años.
Juntos, caminaban y
empujaban una carreta con la llantas doblabas y los manubrios llenos de óxido.
Se dedicaban a recorrer la circunvalar
reciclando cartón y latas de cervezas.
¡¿Qué
raro?! Raras son las veces que se retrasa don Iván. – le insistí a esta odiosa
mujer que tengo de esposa.
El señor Iván, acostumbra a
subir todas las mañanas los toboganes. Ya era casi que obligatorio verlo con su
cinta blanca en la cabeza y lleno de sudor subiendo y bajando la loma.
Ese día, la pareja de
recicladores subió sin la esperanza de saludar a don Iván, quien ya tenía la
costumbre de infórmalos sobre las principales noticias del país y la ciudad.
Sorprendidos por la ausencia
de su más fiel compañero por más de 16 años de manera ininterrumpida, la
pareja, decidió subir con su carreta los toboganes.
Ahí están de nuevo quemando basura –
Dijo Gabriel a su mujer.
Pensé que habían prohibido la quema en
este sector, por la desgracia de abril – Respondió la niña diana sorprendida.
Ya
ves, aquí no hay memoria – Replicó el marido
.
Nunca había sido tan difícil
subir la carreta, el sol era insoportable y el humo poco a poco iba adueñándose
del paisaje.
De lejos, la pequeña llama
no parecía peligrosa. Pero a medida que el viento soplaba más, el avivameinto
de aquella quema inocente de basura se empezaba a mostrar como nuevamente un
calamidad en ese sector.
Alguien
tiene que hacer algo, no es posible que sigan haciéndole ese daño a la plantas
– dijo la mujer esperando respuesta de su marido.
Gabriel detuvo la carreta,
no podían arriesgarse, las llamas estaban creciendo y si no regresaban corrían
el riesgo de quedar atrapados.
Mientras la pareja se
detenía con la intención de volver, Diana, la esposa de Gabriel vio a lo lejos,
en el epicentro del incendió, un hombre que luchaba contra una rama de un palo
de mango que lo tenía atrapado.
-
¡Al
parecer alguien está atrapado! – Gritó Diana.
La pareja, detuvo la carreta y se acercó demasiado al fuego. Gabriel, con más calma que
su mujer, se acercó un poco más allá y dijo
-
No
está atrapado, está ahí en el matorral tratando de sofocar las llamas, pero no
se da cuenta que pronto quedará sin salida.
Diana, tenía la sospecha que aquel desafiente hombre era a quien habían estado esperando: Don ivan. Ella entró al Matorral... las ramas caían y el incendio corría con mucha fuerza.
-
Es
don Iván. Gritó ella
Sólo basto decirlo cuando el
temor se hizo realidad, las llamas derribaron árboles y sitiaron el lugar. Don Iván había quedado atrapado dentro del incendio.
La pareja, entre lágrimas y
gritos, tuvo que retroceder, la
humarasca los dejó ver, como del dolor don Iván se retorcía.
No pudieron hacer nada. El incendio tomó tanta fuerza, que bastaron
minutos para que aquel hombre, que intentó sofocar el fuego quedara atrapado.
Ese día, murió don Iván.

Comentarios
Publicar un comentario