12 de Abril | EN TIEMPOS DE AFÁN







"lo que nos define muchas veces, no son nuestras intenciones, sino nuestras acciones". Esto sin duda, representa que la conducta humana  es un elemento trascendental dentro de la construcción de tejidos sociales. Sin embargo, existen categorías y conceptos que deben ser incluidos en la disertación, pues nuestras acciones están motivadas en última instancia por los sentimientos. Es decir, que nuestras acciones no son más que proyecciones de lo que tenemos adentro.
David Hume,habla sobre El emotivismo y lo define como la teoría ética.  Según  este postulado, el fundamento de la experiencia moral no lo encontramos en la razón sino en el sentimiento que las acciones y cualidades de las personas despiertan en nosotros. Además, determina que la razón por sí misma es incapaz de mover al hombre. La lógica no nos impulsa directamente a la acción. La razón sola, no es motivo para nuestra conducta,  ni siquiera para su valoración. Los sentimientos son los que realmente nos llevan  a obrar.
   
 Lo que quiere decir, es que toda conducta está guiada por una motivación, lo que nos coloca ante el reto de saber controlar nuestras acciones, pues de ellas son consumación de esas emociones.
 
 De todas maneras, nuestro autor entiende que la razón y el sentimiento concurren en casi todas las determinaciones y conclusiones morales. Aunque admitimos que ambas - la razón y el sentimiento -  intervienen en todo asunto moral- Es preciso reconocer que la determinación de la conducta incumbe particularmente al sentimiento y no a la razón, porque los sentimientos son los que realmente empujan a obrar. El sentimiento moral aparece como una pasión, una emoción, una sensación (feeling) que nos lleva a aceptar unos comportamientos y a desaprobar otros, o que nos hace estar conformes con determinados juicios morales y disentir de otros.

Este mundo, nos tiene corriendo a la velocidad de los mercados de las grandes corporaciones. Las grandes estrategia de Marketing están dirigidas a nuestra emotividad y nos hacen actuar, casi que de forma automática. Por eso es necesario en ocasiones detenerse y evaluar el "¿Por qué?" de cada acción o comentario. Y si tenemos la fortuna de pensar antes de actuar y nos asalta la duda, Hume recomienda: La pronuncia. 

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